Sustantivo posesivo


Después de tomarme un periodo de reflexión -miento, es que estado muy ocupada con las "Fallas de Valencia" (mi ciudad)- he ganado energías -lo que no quiere decir que en descanso- he caído en la cuenta de que el tiempo pasa, la sociedad 'evoluciona' pero la forma de 'cortejar' no.

Es curioso cómo hay personas (y no excluyo a las féminas) que aún piensan que la función del hombre es el de protegernos a nosotras las mujeres. Sí, me resulta cuanto menos gracioso el hecho de que consideren que la violencia puede resolver un 'conflicto'.
No sería la primera, y si espero que la última, que un amigo, compañero, amante esporádico... me rodease con su brazo cuando algún desconocido se me ha acercado. Si a esa situación le añadimos un entorno festivo y lo aderezamos con un par de copitas de más, ya tenemos el 'lío' montado.

El primer error es pensar que por el simple hecho de estar hablando con alguien desconocido durante un periodo de tiempo considerable es signo de que existe algún tipo de interés particular hacia esa persona. Y con interés me refiero tanto al sexual, al físico, al sentimental... todo aquel que sugiera -de alguna forma- que la distancia que, en un principio, mantenemos se vaya irremediablemente acortar.

La verdad es que es posible que se haga pero para que ocurra y, sobretodo, para que se mantenga debe de haber conformidad entre las dos partes.

El segundo error viene ligado al primero.

En ocasiones ese interés inicial puede haber acortado las distancias pero no quiere decir que eso se vaya a mantener así el resto de la noche. Y éste es el equívoco en el que incurren muchos de los desconocidos.

Es curioso que en el momento en el que captan a una persona y que parece que es recíproca la motivación, esa persona pasa a ser de "su" propiedad, quizás debido a una "larga falta de" sexo, amor, cariño, roce, ligue... Es algo que suele pasar si es que no ha aparecido antes, un ex-desconocido anterior, el amigo, el novio, amante, chico esporádico... de turno que ya ha marcado el terreno utilizando la táctica de "estrangulamiento" -pasarte el brazo por los hombros-, de "intimidación" -acercándose con unos aires de superioridad que tú desconocías y diciendo algo del tipo: ¿pasa algo?- o una peligrosa mezcla de ambos.

El tercer error es sólo la consecuencia de creer en los dos anteriores y consiste en pensar que nosotras no podemos parar los pies a un tío, que estamos tan sumamente indefensas como para no descalzarnos y sacarle un ojo con el tacón de aquellos preciosos zapatos que nos están destrozando los pies -si es que la situación lo requiere- o somos tan inútiles como para llamar a alguien en caso de necesitar refuerzos. No gracias, si se requieren sus servicios ya se le comunicara.

Las chicas tenemos una táctica mucho más sutil y elegante. Nos comunicamos con la mirada. Y esa cara, tan fácilmente reconocida entre nosotras, lleva escrita un "SOS" como un catedral que no indica otra cosa que "acércate y sácame de aquí YA". Una estrategia muy usada en el caso de encontrarse frente a alguien muy pesado. Tu amiga se acerca a ti, se disculpa por interrumpir tan amena conversación, te agarra de la mano y te devuelve al grupo. Simple, sencillo, discreto y sin usar la violencia.

Bien. Quizás exagero al decir que el uso de las otras técnicas puede degenerar en violencia pero lo que no se puede negar es que provocan una situación bastante desagradable porque en el caso de que no hayas sido invitado a la 'reunión' deriva a que se tenga que dar una serie de explicaciones innecesarias acerca de "¿quién es ese hombre?" cuando éste se marche tras ver tu cara de "¿qué c*** haces?".

Pero hablemos sobre "apropiarse las personas".
Mi chica, novia, mi amiga, mi, mi, mi... Este sustantivo posesivo del que no soy demasiado entusiasta pero al que es inevitable recurrir. Tan inofensivo en su forma como aterrador si se le atribuyen otros asuntos que no sean los puramente gramaticales... Ese posesivo en manos de quien no tiene las cosas claras lleva a pensar que se puede tener a alguien. Y es gracioso ver cómo dentro de esos irreales parámetros algunos, y sólo algunos, marcan el terreno de forma que tu acabas convirtiéndote en objeto de posesión y deseo.

Una situación que es para echarse a "reír por no llorar".

Aún recuerdo la vez que compartí mi amabilidad con un par de amigos y cómo comprobé que, aquel que era mi favorito, aquel que lo sabía y al que se lo había demostrado, requería esa amabilidad y se posicionaba a mi lado de forma que dejaba clara cuál era su posición y dónde estaba la de 'sus amigos. Curioso que un par de los míos no supieran responderme cuando les pregunté por qué se habían acercado de esa manera y en esos tonos. Gracioso ver sus caras cuando "paré los pies" a uno de los desconocidos cuando vi que caía en el segundo error. Y triste que posiblemente los culpables de que ellos lo consideren así, se encuentren entre nosotras mismas.

*¿Tener o permanecer?.
*¿Ser o estar?.
*¿Mi o tú?.

Al fin y al cabo son sólo palabras ¿no?

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