Encuentros en el cine


Últimamente he estado analizando cada uno de los encuentros que he tenido con "amigos", "amantes" y "esporádicos" por mi condición heterosexual, básicamente. Y he llegado a una conclusión, la palabrería barata esta bien para los sms, las llamadas telefónicas, el messenger o los e-mail, pero en cuanto al cara a cara, y más si se trata de alguien que te interesa, la conversación se convierte en una de las partes más incómodas de la cita, o al menos en la gran mayoría de mis citas.

Siempre me ha encantado conocer la vida de desconocidos. Conocer a gente que de lo único que estas segura es que esta bueno, y esa baza desaparece si los conoces mediante chats, foros, messenger... es decir, por Internet. Por lo que el factor riesgo aumenta y desde luego que la excitación también. Pero toda imagen voluntariamente creada a favor "del tipo" que te escribe a través de una pantallita palabras de amor, se difumina en cuanto lo tienes cara a cara.

Aún recuerdo mi catastrófica cita con un chico, amigo de una amiga mía, que fue la responsable de que tuviera mi messenger. Tras el riguroso tiempo gastado hablando sobre gustos y aficiones, después de pasar la barrera de 'lo personal' y de varios intentos fallidos de fijar fechas para vernos, quedamos.

Recuerdo habernos citado en la plaza del Ayuntamiento, un lugar muy recurrido para dichos menesteres y que te brinda la posibilidad de escapar entre la multitud de gente que pasa por allí a menudo. Bajo del autobús y no soy la única esperando, varias chicas y algún chico aguardan en el mismo lugar que yo. Las miradas de complicidad se cruzan para rápidamente tensarse cada vez que un ser desconocido se presenciaba en el lugar. De repente alguien se acerca y me pregunta: "¿Eres mireya?". Pregunta a la que respondo con un movimiento de cabeza afirmativo.

Me quedo perpeleja. Es él. Los sé porque se parece a la foto que meses antes me había enviado. Sí, es él. Lleva la misma camiseta que en la foto y ahí empiezan y acaban los parecidos. Me cagüen... 

Tal y como habíamos acordado nos dirigimos al cine, mientras charlamos de la casualidad de haber viajado en el mismo autobús, y la tontería de no "habernos reconocido". Normal, vistas las diferencias...

Entramos al cine y observamos las diversas opciones. Bueno, mejor dicho, miro las opciones, gracias a su "Me da igual, elige tú", y me decanto por una película poco conocida de una chica que baila no se qué cosa (primer error). 

Nos introducimos en la sala media hora antes del comienzo de la película (segundo error) y confirmo que no hay casi nadie en ella, sentándonos en mi nueva elección: la última fila del fondo (tercer y último gran error).

Se hace el silencio, un silencio incómodo y comienzo a desvariar. No recuerdo exactamente lo que le dije pero si recuerdo que no paraba de reír al verme allí sentada sin casi nadie a mi alrededor, con media hora de adelanto y sin contar los trailers, al lado de un tipo que calculaba cuanto tiempo iba a tardar en lanzárseme. "¿Qué mierda hago yo aquí?", recuerdo pensar. 

Miro el reloj y solo han pasado 10 minutos. Él se esta volviendo loco. Mueve los brazos, noto que se acerca, algo que intento evitar mirando en la dirección contraria, hacia la puerta de salida. "Alguien nos debería dar en clase, lecciones de lenguaje no verbal", pienso. "Como siga torciendo así el cuello, voy a acabar haciendo un 360º como la niña del Exorcista", me digo, así que vuelvo mirar al frente, tratando de evitar el contacto visual cuando me habla. 

No sirve de nada. En cuanto trato de seguir alargando la conversación, ¡pum! se lanza sin dejarme escapatoria. En serio, chicos, si cuando nos besáis, notáis (y se nota) que su espalda se retuerce hasta casi parecer que va hacer el pino puente, es que igual ella no estaba por la labor en ese momento...

Tras el beso, digo adiós a la poca química que podría haber. Ni cosquilleo, ni mariposas... Y retomo el plan de fuga. Mi salvación se materializa en forma de parejas que entran a la sala, y por fin, me deja tranquila para volver a abordarme más tarde, y esta vez no sólo es la boca la que actúa, sino también, su mano. Más tiesa que un palo intento no mover ningún músculo, lo que le de a entender que me gusta o que lo acepto. Debo intervenir y le aparto la mano lejos de mis pechos.


Empieza la película y me centro en ella, Menos mal que es algo listo y lo ha captado, no me gusta. Más tarde descubriría que no, y que simplemente pensaba que me gustaba la película. Pff...

Al terminar, salgo de allí tan rápido como puedo. Una escusa fácil y me evito otra tensa situación, y al final a él, una mala contestación. Desde luego que no desiste y me invita de nuevo a salir, pero no cometeré el mismo error dos veces y le digo un simple y directo: "va a ser que no". Y tras varias explicaciones fallidas acierto al decir: "mira no hay química y no creo que la vaya a haber". El sentencia nuestra relación con un: "te arrepentirás". Y yo con un: "no lo creo, pero gracias".

Comentarios

Liet-Kynes ha dicho que…
Juas, en serio te dijo "te arrepentiras?" es muy jodido eso... y muy de prepotente ^_^U