Infelicidad, qué bonito nombre tienes



"¿Por qué la gente es infiel? Es algo que últimamente me pregunto..." Así arrancaba en 2008 mi primer post en este blog, ahora renovado, bajo el título: 'Nunca he conocido a nadie que merezca mi fidelidad'. En él reflexionaba sobre el daño que una infidelidad provoca de forma directa en la pareja de la persona que engaña, y colateral, sobre la persona con la que se es infiel, especialmente cuando hay sentimientos implicados y la no-relación se alarga durante un tiempo.

10 años después, continuo pensando algunas cosas que expresé aquel 23 de mayo. Cuando una persona proclama estar enamorado/a de su pareja, pero está predispuesto/a a ligar con otra persona (sin consentimiento previo), está siendo infiel y expone cuán limitado es ese sentimiento que manifiesta tener hacia esa persona.

Pero a mis 19 años, y fruto de mi propia experiencia, iba más allá e invitaba a reflexionar sobre cuáles eran las consecuencias que estas historias de infidelidad generaban fuera de los márgenes de la pareja. Citando mis propias palabras: "Todo el mundo tiene claro que cuando se comete este tipo de acto, la persona que resulta más dañada es la pareja del infiel. Sin embargo, nadie se cuestiona cómo queda la tercera persona implicada, salvo en el caso de que sea alguien conocida o cercana, momento en el que la critica hacia ella se suaviza".

'Uno debe saber dónde se mete', pensarán algunos. Hoy, a mis 29 años, creo que esos 'unos' han visto demasiadas series de ficción o hacen lo que muchos otros: generalizar para simplificar las cosas. Si bien es cierto que pueden existir casos puntuales donde la venganza o esa actitud de 'dejarse llevar', hace que uno se acueste con quien sabe que no debería por varias razones, creo (y llamadme ingenua si queréis) que nadie elige de quien se enamora, ni siquiera cuando aún ni siquiera lo está.

'No le hagas a nadie lo que no te gustaría que te hicieran'. Esta es la segunda de las lecciones que suelen aplicar a la hora de juzgar, pero que en pocos casos he escuchado aplicar al infiel, especialmente cuando es hombre. En este sentido, aunque creo que el hecho de estar 'libre' sentimentalmente no exime de responsabilidad a la tercera persona, también es cierto que, a menudo, es a la que más se le instiga a asumir, sobre todo -de nuevo- si es mujer.

Dicho esto, también creo en la capacidad de decisión. Saber lo que es bueno para uno y lo que no forma parte del aprendizaje que adquiere una persona con el tiempo. Solo hay que tomarse el tiempo para reflexionar sobre ello y, precisamente, ese es el problema: ya pocos miden las consecuencias de sus decisiones.

¿Las razones? Hay quien habla de tipos de personalidad, yo lo hago de desinterés. Algo que se aplica a todos los componentes del triángulo. A la persona que se involucra en una no-relación sin salida, aquella que se esconde detrás de argumentos manidos, sin tomar una clara determinación sobre su pareja, y esa que decide cerrar los ojos hasta que no le queda otro remedio que abrirlos, tras la monumental y metafórica hostia...

Porque... ¡Qué feliz se vive en la ignorancia! Aunque sea fingida...
¡Ay felicidad! Que bonito nombre tienes.

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