La última mano

Dibujos de Ruth Medina - Pinterest

Hoy te toca ti y ya era hora. Hace tiempo que quería escribir sobre ti y nuestra historia, pero nunca me atreví hasta hoy. Quizás no lo hice por miedo a descubrir entre mis palabras algún sentimiento que, consciente o inconscientemente, había bloqueado. Tal vez no lo hice antes porque, a pesar de mi decidida voluntad por 'pasar página', no estaba o no quería estar preparada. Es posible que aún siga sin estarlo y que, probablemente, jamás lo llegue a estar.

No es el momento y empiezo a creer que tampoco lo es el lugar, pero puede que solo busque con esto avanzar en esa paz conmigo misma que llevo tiempo buscando.

¿Te quise? Esta es la pregunta que llevo tiempo en mi mente pero sólo son las tuyas las que resuenan en mis sueños. Esas que sentenciaron mi destino con tu situación. "Las puertas cerradas con ventanas abiertas" que sólo algunos llegarán a entender pero, por una vez, estas palabras no son para los demás.

Recuerdo nuestros inicios. Yo no creía en la voluntad y tú me demostraste que en realidad, la amaba. Fuiste especial sencillamente porque era una característica que formaba parte de ti y recuerdo cuando comenzaste a serlo para mi. ¿Cuándo? Una frase que te dije fue: "Prefiero los hechos a las palabras", y en esos instantes que compartimos, la hiciste tu máxima.

Nunca pensé que una persona pudiera cambiar tanto la vida de otra. Tú no solo lo conseguiste sino que me mostraste un mundo que yo apenas había rozado. Me devolviste a mi esencia y fue duro acostumbrarse al dolor cuando dejas a los demás acercarse a tu corazón. Soy quien soy gracias a mi, un 'yo', que tu me devolviste. Gracias.

Aunque no todo fue bueno, no lo hiciste tan mal y asumiste gran parte de la culpa, porque la tenías -la verdad- pero fuiste el único en disculparse. Entre muchas otras cosas, aprendí que no es bueno vivir de los recuerdos, aquellos en los que me consumí noche a noche en mis sueños. Los 'qué pasaría si...' que nunca sucedieron. Gracias a eso, comprendí que había dejado de jugar por miedo a perderNo eras el único culpable. Yo me disculpé, por ello, tiempo más tarde, sin 'los sientos' que olvidar y sólo espero que te llegará mi mensaje, cubierto de vergüenzas. No fue fácil y no me arrepiento.

Si otros fueron 'los claros ejemplos que no quiero más en mi vida', tú y tu manera de ser me enseñaron lo que realmente quería, sin espejos ni complicaciones. Porque aún teniéndolas, por primera vez, desee que todo fuera bien. Porque quise ser caprichosa, aún si no lo fui al final, y eso suponía un paso adelante en mi vida.

Como ves, te debo muchas cosas y precisamente por ello, se que jamás seremos esos amigos que se cuentan las cosas. Si he de ser sincera, no lo quiero y eso, pese a todo, debería hacerte sentir halagado.

Te desee los 'siete males' pero solo conseguí apartarme. Sé, que es lo que hizo que pudiera poner las cosas en perspectiva y pasé, por ello, por todas las fases: la tristeza por el dolor, el dolor por la rabia, la rabia por el enfado, el enfado por el amor y el amor por lo perdido. Pero incluso en ello encontré una respuesta: "No valen los arrepentimientos si no fuiste capaz de jugar todas tu cartas". Lo pagué caro pero gracias a ello, ahora, no dejo ninguna partida a medias.

No hay peor palabra que la cordialidad y es precisamente la que define nuestra situación a día de hoy. No me gusta porque es la que bloquea que no haya una mala situación que arreglar. La detesto porque no permite dar el paso a otra mejor pero, principalmente, la odio porque se que, tal vez, es la que más me conviene. La que me mantiene a una distancia prudencial. Porque se que de no estar ahí, si tu quisieras, esta vez, apostaría hasta mi miedo al dolor en nuestra última mano.


Comentarios